Hace dos días estaba tumbada tomando el sol en la piscina de mi casa, corría una ligera brisa, y el sol que pegaba era más parecido al de primavera, que al que corresponde al verano, y mirando al cielo y percibiendo esa brisa en la cara me vinieron al recuerdo miles de evocadores paisajes de mi infancia..., esa brisa y ese sol me llevaron a un prado cubierto de hierba verde que a veces nos cubría por completo cuando nos tendíamos sobre ella, y que nos acogía como si fuese una tupida alfombra, dónde los olores y los colores de la primavera envolvían todos los sentidos.
Y después de ese recuerdo, me di cuenta de la suerte que hemos tenido mi hermana y yo, porque aunque mi sobrina pueda percibir ese contacto que nosotras jamás perderemos con la naturaleza, jamás podrá vivir, lo que nosotras hemos vivido de pequeñas, más que nada porque muchos de esos campos y esos cultivos hoy ya no existen, y donde nosotras disfrutamos como indios, hoy hay montones de casas pareadas y adosados....
Mi familia paterna proviene del campo, se criaron en una finca que para muchos sanroqueños es referente pues forma parte del Pinar Rey, paraíso natural que aún nos queda en la zona, pues mi papa y sus hermanos se criaron en "La Alhaja", así que sus raíces están en la tierra, en la naturaleza.
En mi memoria están prados sembrados de trigo y cubiertos por un manto de amapolas rojas, que hoy serían motivo de alguno de mis cuadros, recuerdo de perderme entre maizales, de coger mazorcas que luego hemos cocinado y comido con mantequilla, de ir a casa de alguna de las tías de mi padre y tomar el mejor te con leche, de vaca recién ordeñada cuyo sabor no he podido borrar, el coger un montón de piñas y asarlas en el fuego con ese olor característico a resina, para comer luego los piñones, calentarnos en una mesa camilla con picón realizado frente a mi casa....
Pero no sólo eso nos hemos bañado en arroyos con aguas cristalinas y frías, saltado por sus piedras, para nosotras eran lugares mágicos y llenos de fantasía, recogíamos lirios, varas de San José, y todo un sin fin de flores que adornaban nuestra casa.
Mi abuela me enseño a distinguir plantas medicinales que ella había utilizado desde siempre, como el matagallo que servía para la tos y el resfriado, el poleo para la digestión, el pinillo o cola de caballo, diurético y desintoxicante, el romero, y muchísimas más...., que sólo tengo que ver en el campo para reconocerlas y saber para que sirven....., me enseño a contemplar las señales del cielo, a saber cuando las nubes traen agua, cuando simplemente son de frio o de nieve...., cuando es una niebla que va a levantar en un día tremendo de calor......., un legado maravilloso que quedará para siempre en mi.
Somos capaces de distinguir y ver un esparrago desde un montón de metros, siempre nos llamó la atención ver a amigos nuestros que alguna vez han participado con nosotras en esas excursiones tan comunes para nosotras que siempre han organizado mis padres al campo, y oírles decir "pero como podéis verlos, si todo son matas", y verlos llenar una bolsa llena de cardos en vez de tagarninas.....sin saber diferenciar una planta de otra, cosa que para nosotras resultaba casi imposible ¿Cómo se podían confundir? Conocemos una gran variedad de setas, con un cierto don casi natural para localizarlas, como el champiñon, el níscalo, el pie azul, la lepiota, etc....
Hemos recogido higos, moras, zarzamoras, chumbos, almendras, nueces, piñones, granadas, además de todo tipo de cultivos, pues mi padre no ha dejado de cultivar la tierra en sus ratos libres......., todo lo que el campo pudiese ofrecer en cada estación
Así que esos recuerdos......, ese permanente contacto con la naturaleza, esa riqueza de colores que retengo en mi retina, esos evocadores recuerdos y olores que me hacen viajar en una máquina del tiempo, y casi seguro que se me olvidan cientos, miles de momentos vividos en esa naturaleza que tan felices nos ha hecho de pequeñas...., y que muchos jamás podrán disfrutar ni de lejos...
Suerte, suerte de haber nacido en una familia con fascinación y adoración a la madre naturaleza, y habernos transmitido todos sus conocimientos, y esa misma fascinación.
Sólo espero que esos recuerdos siempre permanezcan en mi memoria.