sábado, 3 de septiembre de 2011

UN ANGEL EN SAN JOSE

Hace una semana estaba en la playa de San José, era mi primera visita al Cabo de Gata, y hasta ese momento todo lo que había visto me había parecido especialmente bello...., en el mar había un fuerte temporal de levante que había arrastrado a un velero hasta hacerlo encallar en las rocas. El rescate del velero capto la atención de la gente durante varias horas......., sin embargo, en aquel lugar, había alguien al que poco preocupa lo que captaba la atención general.

Giré la cabeza porque sentia que alguien me estaba observando, y allí estaba ella....., tenia el pelo rubio,  tan rubio que blanqueaba, con unos ojos grises brillantes, y una sonrisa de oreja a oreja, al principio su constitución te podía llevar a confunsión, no sabía si se trataba de un niño o una niña, su pelo era demasiado corto, no llevaba pendientes y su constitución era fuerte.

Al ver su sonrisa no me quedo otra que devolversela, ambas nos habíamos desconectado del resto del mundo, esa pequeña dejo a su madre y se dirigio a mi toalla con una amplia sonrisa y sus ojos clavados en los mios, su madre nos vigilaba de cerca, cuando le pregunte que cómo se llamaba, sólo se agacho y con su mano me dio un puñado de arena, estaba claro que había encontrado una amiga.

Quería jugar.........., su madre se puso más cerca de nosotras para vernos, y me dijo que entendia español porque había nacido alli, pero sus origenes estaban en la Europa del Este, de todas formas no hacía falta hablar entre nosotras, estuvimos un buen rato jugando a hacer castillos que ella me dustruia una y otra vez con sus pequeñas manos, levantaba su cabeza me miraba y me sonreia, se tiraba en mi toalla, me tocaba y unicamente miraba mis ojos no le hacía falta nada más.

Cuando su mama dijo Carla vamos a la ducha, tienes que dejar a tu amiga, ¡¡ mira como estas!! Ella me miro y le dijo a su mama que no, no quería dejarme, tuve que decirle:   Pequeña vamos a la ducha ahora seguimos jugando......., pero cuando nos levantamos se agarro a mi pierna como si no quisiese separarse de mi, en aquellos momentos esa pequeña de apenas tres años estaba depositando en mi toda su confianza.

Carla se fue, y yo volvi al mundo, dónde todo seguía girando alrededor del velero.

Sin embargo, esa pequeña hizo un pequeño milagro, porque en sus gestos entendi que ella con sólo mirarme me ofrecia su amistad, y lo más importante sin preguntar nada confiaba en mi, y quizás me estaba diciendo que yo también debía relajarme y no llevar siempre el cuchillo entre los dientes.

Gracias Carla........., porque en  tu mirada ya se refleja que eres una Angel.

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